Esta semana Santa, como ya os anunciamos en el último programa, Fer y yo nos hemos desplazamos física y mentalmente al desierto del Sahara. En concreto, a los campos de refugiados ubicados en Argelia.
Partimos el domingo por la noche, y regresamos el domingo de madrugada.
El vuelo de ida salió con dos horas de retraso, y en la escala a Oran, después de repostar el avión, vivimos cuatro intentos de despegue. El ambiente que se vivía en los asientos era de nerviosismo y miedo. Finalmente, salió el comandante de la cabina y anunció que había un piloto rojo que se encendía y que no podían continuar con el vuelo en esas condiciones. Finalmente nos ubicaron en el propio aeropuerto y allí nos tuvieron algo más de 9 horas. El cansancio y las ganas por llegar a nuestros campamentos se palpaba, y eso fue lo que nos impulsó a protestar con gritos y pedir explicaciones a los responsables de la aerolínea. Cuando nos aseguraron que en treinta minutos volaríamos en ese mismo avión, la gente volvió a protestar por la inseguridad que les dada volar en un avión que, aparentemente, se había arreglado en media hora. El consul y organizadores de la Columna de los mil, nos tranquilizaron alegando que la tripulación no se iba a arriesgar a viajar en condiciones no-óptimas.
Finalmente, todos subimos al avión y llegamos a Tindouf.
miércoles, 7 de abril de 2010
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